Cuántas veces pensé en subirme en la mesa de mi puesto de trabajo y gritar: – ¡Me vais a comer todos el … !. ¿Te imaginas?. Pero en plan fina. Que no quede muy vulgar. Te subes en la mesa y con voz modosita y aguda dices: – Hola por favor, ¿me podéis comer todos el … ?. Entonces inmediatamente viene tu jefe para decirte que estás despedida. Pero le guiñas un ojo y continúas: – Luego me lo comes tu, ¿vale?. Recoges y te vas con tus bártulos a otra parte. Estoy segura que más de una vez lo has imaginado.

Nos pasamos la vida haciendo el paripé con todo. Pasa a menudo, sobre todo cuando alguien te cae realmente mal y sabes que no hay más remedio que aguantarle. En los trabajos por ejemplo. Cuando te toca un jefe repelente y pedante, y entonces tu cara es de simpática siempre porque hay que comer señores. O cuando te toca alguna compañera que te mira siempre de arriba abajo con ojos de desearte lo peor. A mi me acojonan bastante. Putas locas. Hay gente pa «tó», está claro. Siempre me queda pensar que es imposible ser feliz cuando se siente eso de ser envidioso. Porque debe ser realmente jodido sentirlo, pobrecillos. Los envidiosos son como una plaga. No tienen un físico concreto porque hasta el más guapo podría tener esta enfermedad. Por si tienes dudas, este es el perfil del envidioso:

• Acomplejado, porque no se acepta o no se quiere.
• Criticón, se pasa la vida haciendo críticas.
• El éxito de las personas cercanas, les pone tensos.
• No soportan ver a personas con un gran físico.
• Suelen tener mal humor porque están cabreados con el mundo.
• Desean el mal ajeno y el fracaso. Porque debe ser jodidamente maravilloso.
• Están algo desequilibrados.

No sé si me queda algún punto… Bueno, también está el envidioso que controla bastante que todos estos puntos no se les note ni un pelo. Pero para eso estamos nosotros, que somos más listos que ellos. Menos mal que son pocas las personas que conozco así. Y que afortunadamente me rodeo siempre de buenas personas.

Estoy harta de hacer paripés. Cuando te invitan a algún evento y ahí está la mala malísima desequilibrada que tienes que saludar pero no te apetece y que acabas saludando. La última vez que di con alguien así fue en mi anterior relación. Donde no éramos dos, sino 6 personas. Menos mal que no acabábamos en la cama todos juntos. El padre, la madre, el hermano, la mujer del hermano, él y yo. ¿Alguien cree que esto era normal?. Que horror y que paripé constante tener que aguantar a la mujer del hermano. La pobre, estaba como las maracas de machín. Es lo que tiene cruzarse conmigo ;). Como decía un amigo mío, «quien se cruce contigo es un kamicace».

Analizando bien la palabra paripé, que es hacer un papel que no es el tuyo, es algo parecido a ser falsa de manera circunstancial. Eso fue lo que hice esta mañana cuando me dirigí al director de mi banco. – Hola Luis, quería hablar contigo. – Si, siéntate por favor. Mantuve la mirada abierta en un punto fijo durante 30 segundos para que saliera alguna lagrimilla. Parecía realmente emocionada. – Luis, me gustaría saber si puedes bajarme la cuota de la hipoteca.
– ¿Estás llorando? – No, me escuece un ojo no te jode. ¡Cómo no voy a llorar Luis si me queda toda la vida para pagar la puta hipoteca!.

Resumiendo paripés. El que haces en el trabajo con tu jefe. El que haces con los envidiosos para que no se «pispen» de que realmente te jode que sean así contigo. El que haces con una familia que de repente surge por un nuevo marido. El que haces en algún evento porque siempre hay alguien que no te cae bien. El que haces para conseguir un fin, como con Luis.

El que hago ahora mismo escribiendo esto. Que no estoy nada inspirada y me ha venido a la cabeza la palabra PARIPÉ.

¡FELIZ DÍA!. ¡Y A LOS ENVIDIOSOS TAMBIÉN!

P.D. Si te das por aludido, es que eres envidioso. Háztelo mirar.