Lo importante es el interior

Mi nuevo gimnasio se llama «Lo importante es el interior» a unos 10 kilómetros de mi casa. Me lo recomendó una amiga y aún no me creo lo que veo cada día. No es cualquier gimnasio. La primera vez que entré me llamó la atención el ofrecimiento de una pulsera que pitaba para avisarme de mirones. Una pulsera en la que aparece el nombre del observador. A veces suena ese pitido y aparece «Roberto» que siempre acaba diciéndome que tiene un poco de estrabismo y que se lo están tratando. Le creo porque en este gimnasio no pasan esas cosas. Aquí todo es diferente. Los hombres no se miran al espejo para ver su abdomen sino que lo pintan con rotuladores de colores para desarrollar teorías de física cuántica mientras van haciendo una serie para fortalecer sus bíceps. 

Otros aprovechan en la zona aeróbica para correr en la cinta y hablar del espacio, la velocidad y las kilocalorías. O los que hacen flexiones mientras piden perdón al planeta, a su interior o ni puta idea. – Perdón, perdón, perdón. Las que trabajan sus glúteos y sus piernas porque dicen que se sienten bien ancladas a la tierra. Me gusta los que tienen conversaciones emocionales cuando están trabajando el pecho y escuchas cosas como: 

– Tío, el amor es la energía más poderosa del universo.  

– Estoy de acuerdo, tío.

O:

– El otro día intercambié energías con alguien maravilloso.   

-¿Habéis elevado conciencia? 

Los que cogen peso pesado dicen hacerlo para quitarle gravedad a las cosas. O los que trabajan la espalda y dorsal para eliminar la culpa. En esta última suele haber cola y colas. 

Al fondo hay una máquina curiosa que se llama Memory donde te sientas y te hace preguntas para ejercitar la memoria. Con esa voz de cantante de trap:

– Hola Isabel. ¿Qué comiste hace una semana? 

– Sopa de fideos.  

– ¿Y hace dos semanas? 

– No tenia hambre. 

– No te acuerdas. La edad de tu memoria es de 81 años. Gracias.

Los místicos están en el fondo del gimnasio porque hablan de cosas más profundas mientras estiran sus cuerpos. Ellos dicen que estamos aquí para aprender y evolucionar. ¡Qué graciosos! 

-¿Por dónde quieres empezar? Preguntó el monitor.

– Pues hombre yo de física cuántica no soy pero puedo bailar una copla para quitarme un poco de estrés. No sé. 

-¿Quieres trabajar pecho? 

-¿Me ves las tetas caídas? 

-No mujer, es para que te abras al amor del que hablan en ese área. 

-Pues mira creo que me voy a ir con las chicas a trabajar culo y piernas a ver si me anclo también a la tierra que últimamente estoy muy perdida. 

-Claro. 

-Y después lo mismo me voy con los del fondo para ver si encuentro algún aprendizaje de mi vida que parece que no aprendo. 

-Claro señora 

-Señora tu puta madre. 

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