Valentina

historias con gracia, historias con humorMartes 13 de mayo. Son las cuatro de la mañana cuando recibo una llamada. Apenas podía moverme. Escuchaba de fondo el sonido del teléfono pero estaba  atrapada aún en el sueño. Me costó unos minutos hasta que desperté, abrí los ojos y a oscuras encendí el móvil para ver qué hora era. ¿Cuatro y cuarto de la mañana?. Me asusté. Encendí la luz de la mesilla e imaginé una mala noticia. Mi corazón se encogió. Me levanté. Descolgué el teléfono. – ¿Aló?, preguntó una voz femenina con acento venezolano.  -¿Quién es? – Soy La Jimena, ¿está Valentina? –¿Valentina?, ¡Aquí no hay ninguna Valentina y son las cuatro y cuarto de la mañana!. Colgó sin decir adiós. Descolgué el teléfono por si las moscas y volví a la cama. No pude dormir :( . Lo intenté. Dí mil vueltas, mil posturas. Intenté relajarme pero era imposible. Solo pensaba en que disponía de dos horas y media para dormir. Pasaban los minutos y seguía sin dormir. Pensé en Valentina, -¿quién será?. Y el pensamiento me llevo a soñarla. No recuerdo muy bien su aspecto porque la visualicé de espaldas mientras andaba con prisas por una calle de un pueblo que no era el mío, llevaba un bolso rojo y una larga melena castaña, la seguí hasta el final de su trayecto Hotel Princess. Y ya no supe nada más de Valentina.

¡Siete de la mañana en pié!. Me pongo musiquita mientras preparo el desayuno en una bandeja que me llevo directa al sofá. Enciendo la tele para ver las noticias e ir informada de la actualidad al trabajo. Guerras por todos los lados. Asesinatos. Maltratos. Robos a los ciudadanos. Accidentes. Tuve una ansiedad transitoria de apenas 5 segundos. Cogí el mando para poner dibujos «Dora la exploradora», lo ponen en canal CLAN. Prefiero contar la misión de hoy de Dora y ser una ignorante de malas noticias. Dora Márquez, de 7 años que, junto a su amigo Botas  emprende en cada episodio un viaje en el que se propone buscar algo que perdió  -¡Esto es una señal, fijo! ¡Yo hoy tengo una misión!. Tengo que encontrar a Valentina como sea. Para ello necesito a mi amigo Botas. –Oye Dani, ¿tu quieres ser Botas?, –¿quien es ese?, respondió.

Dani es mi fiel compañero de trabajo. Y sobre todo mi gran amigo. ¿Quien mejor que él para ayudarme a buscar a Valentina ?. Lo primero que hicimos fue buscar en google Hotel Princess. Estaba convencida que la encontraríamos allí.  – Isa es un puti, -¿Y que hacemos?.Tenemos que infiltrarnos Dani. Trazamos el siguiente plan: yo disfrazada de prostituta y él de chulo. Dani se lió y acabó disfrazado de chulapo. Nos acercamos al Hotel Princess. Allí estaban ellas. Todas las princesas expuestas a ser elegidas para un momento de placer.

-Hola, ¿la madame por favor?, preguntó Dani.

–Soy yo, ¿que querían?

– Te traigo a esta mujer. Entonces Dani, tiró de mi brazo y me empujó hacia ella. Hay que ver como se metió en el papel mi amigo el Botas. Ella, la madame, una mujer de unos 54 años que preguntó mi edad.

–33, señora la edad de Cristo. nunca es tarde para esto, ¿verdad?

Dani se marchó con un guiño que significaba «llámame en cuanto puedas». Me introduje en el grupo. Muy simpáticas todas ellas. Quise averiguar de manera rápida si Valentina estaba ahí con ellas. Se me ocurrió decir que me llamaba igual. Cuando de repente se hace un silencio y alguien rompió a reír jajajajajaja.

–¿Valentina?

– Me llaman Tina, pero sí Valentina.

-¡Valentina es la mujer de un cliente nuestro que la lió parda anoche!.

– ¿Y que pasó?.

– Pues que pilló a su marido con “La Roberta”. Roberta levantó la mano de forma sensual y exclamó.

–¡Si nena, conmigo!.

-¿Y que ha pasado con Valentina?.

– Se la llevaron a comisaría porque se volvió loca dando bolsazos a «La Roberta».

-¿Y su marido?¿Qué dijo?

–Lo que dicen todos, negaba lo ocurrido. Que «La Roberta» era una amiga.

-¡Y la pobre Valentina engañada durante años! grité. Me levanté. Me quité el disfraz y volví a gritar – ¡No soy Valentina!. Soy Dora la exploradora y tengo una misión necesito encontrar a Valentina.

Llamé al botas y nos dirigimos a la comisaría más cercana. Ella en el calabozo. Y como no nos dejaban entrar, el botas y yo preparamos una pancarta y allí la dejamos colgada en los barrotes de la salida de la comisaría que decía:

¡VALENTINA QUE TE HA LLAMADO LA JIMENA QUE LA LLAMES!

I LOVE ALMODÓVAR

… Pedro, si quieres saber el final de ésta historia llámame que te la cuento …

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