Marta y su flor

historias con gracia, historias con humorAyer, alguien me dijo: ¡Oye! ¿Que pasa que ya no escribes? Resulta que tengo una fan y todo por contar mis paridas. Fan, esto va por ti …

Llevaba varias semanas con la idea de ir a ver a un familiar a Lisboa y eso hice la semana pasada. Fui a hacer una visita a esta maravillosa ciudad.Fue un momento de desconexión total de todo. Lo primero que hice fue lo que todo el mundo suelehacer,la maleta. En mi caso el maletón. Parecía que me iba para un mes porque  empiezo a echar ropa por si las moscas. ¿Por si las moscas qué?.  ¿Que se me pasará por la cabeza?. Tengo que confesar que empiezo a hacer la maleta una semana antes y divido los conjuntos por día, así evito agobios de última hora. Aquel día papá me llevó al aeropuerto y nos despedimos como si me fuera a la guerra. Cogí la maleta y me fui al stand de facturación. Para el que no lo sepa porque ya lo he mencionado en algún post, el aeropuerto es el sitio donde más tíos guapos veo, así que voy de punta en blanco. Como siempre con taconazo, que odio quitármelos en el momento control, quedarme descalza y con 12 cms menos no me gusta un pelo, asi que paso por la puerta de control de puntillas para que asi  nadie note nada. Me dirigí a la puerta D53 de la terminal 2, busqué un enchufe para cargar mi iphone , me senté al ladito mientras leía un bonito libro. Se titula «La sonrisa de las mujeres»‘bonito título ¿verdad?.Ahora dejo de leer porque como siempre, me da la “rayada” de –joer… ¿y si estos me pierden la maleta?. Es que siempre me pasa lo mismo, siempre pienso eso, ¡si pierdo mi maleta! ¿que hago en Lisboa los 4 días? !Embarcando! Mi asiento 7E, justo al lado de un hombre de unos 55 años más o menos, canoso con un olor a no se qué, porque nunca me había llegado ese olor, así que no se con qué compararlo pero no me gustaba nada. Bostezó y comenzó a roncar. Yo quería continuar con «La sonrisa de las mujeres», pero con ese ronquido no podía, no mola esa banda sonora de fondo para un bonito libro, así que durante la hora y cuarto me contuve a darle un codazo. Se me ocurrieron varias cosas para que dejara de roncar, como abrir el aire y enfocarle en la cara, o llamar a la azafata y preguntar algo en voz alta. Pero no se… me dio cosilla y no lo hice.

¡Aterrizaje en Lisboa! Aquí se me pira la olla, y como no soy religiosa porque cada uno es libre de creer en lo que quiera, le di gracias a la vida y a Lisboa por recibirme, mentalmente claro… Cuando haces esto y das las gracias tengo comprobado que todo sale rodado.Tanto, que a la salida del avión con lo de la rayada de la maleta, tropecé con un escalón y acabé en el suelo como en otras muchas ocasiones. Os aseguro que ahora no viene ningún cuento de …”y allí estaba él, de ojos negros bla bla…” porque no me ayudó ni el «tato». La gente pasó por delante de mí como si nada , y pensé . ¡ Joer! ¿será el idioma?. No se, las ostias en Portugal ¿son diferentes?. Me levanté rápidamente, busqué mi cinta correspondiente al vuelo y allí estuve esperando 20 minutos hasta que salió mi maleta. Me hubiera gustado ver mi cara porque debió de iluminarse cuando salió de aquel trampolín. Parecía un concurso de saltos. La mía estaba obesa por lo que el salto apenas fue alto …

-¡Frannnnn(primo)!. ¿Que tal?. Abrazos, muchos besos, mil preguntas y mil respuestas, alguna se repetía como la de … ¿Que tal?. Será que desconfiaba de mi primera respuesta – !Supeer bien  tiooo!. Mientras conducía camino a su casa, bajé la ventanilla de mi lado, cerré los ojos contestando a sus preguntas mientras el sol Lisboeta iluminaba mi cara. Volví a abrirlos. ¡Que bonito Lisboa!. El plan del día fue comer en una terracita, pasar la tarde paseando, visitando miradores, montar en un tranvía … acabar muerta de tanta cuesta.

-¡Esta noche salimos por el barrio alto!, me dijo mi primo. Llegamos a casa y mientras me duchaba, pintaba y peinaba, allí estaba Marta mirándome y observando todo lo que hacía. Las dos nos entendíamos muy bien. Ella vivía con mi primo y  João, – ¡Marta!. ¡Que quieres tuuuu!.¡Ehh!. ¿Que quieressss que te pinte los morros?. Se volvía loca y daba 7 vueltas alrededor de sí misma. Ella tenía el pelo corto, los ojos saltones, la nariz chatina, le sobraba algún kilito, pero era extremedamente coqueta. Lo noté cuando caminaba, por su contoneo de caderas, por como jugaba con mis tacones. Como decían allí «Tão Linda». Marta no se despegó de mi, incluso para dormir, se acurrucaba a mi lado  y de ahí no se movía. Era mi estufita y aunque no lo creas mantuvimos alguna conversación que otra. A ella le gustaba Cesar, otro bulldog francés de color negro aunque ella le llamaba “mi negrito”. Aún no habían mantenido relaciones solo se husmeaban y lamían cuando se veían. Ella se moría de celos porque «su negrito» se había “trincado” ya a alguna que otra. Lo peor es que lo había hecho en su cara. ¡Joer pobrecina!. ¡Que mente tienen estos perros!, pensé. Y ahora es cuando extrapolo la historia de Marta a mí e imagino.  -Marta, ¿que duro no?.¿Cómo aguantas esas cosas?. Yo rompo a llorar si me pasa eso. Total que me propuse ayudar a Marta, la bañé, la sequé el pelito, la lavé los dientes, le pegué una flor en la oreja derecha y la eché una gota de Chanel nº 5, como hacia Marilyn Monroe. ¡Estas preciosa Marta, ahora, es tu momento!. Salimos a la plazoleta donde Marta solía ver a «su negrito», me senté en el banco y aproveché para continuar mi lectura de «La sonrisa». La cosa duró unos 15 minutos. Yo no quise mirar que esas cosas intimidan y no es plan. Marta volvió sin flor, nunca mejor dicho. Me refiero a la de la oreja. Subimos a casa y se quedó dormidita en su esponjosa camita con estampado de minihuesitos en color verde. Fue prudente y no quiso contar detalles, quizás porque no los hubo y todo fue muy directo, quizás fuera eso.

Aquella noche con mi faldita de tubo, camisa anudada de cuadros  y con el más alto de mis tacones salí con mi primo, con João y sus amigos. Fue genial, bailamos, reímos… Yo a veces no entendía el idioma y entonces decía que «si» a todo. Aquella noche entendí por qué las mujeres no llevaban tacones en Lisboa. ¡Era imposible andar por adoquines!. ¡Pero lo conseguí! ¡ANTES MUERTA QUE SEN»S»ILLA!.

Como no quiero contar todo…todo… porque entonces me da para un post extralargo, voy a resumirlo a  través de hashtags que con esto dejas claro a todo el mundo lo ocurrido  y luego que cada uno imagine … ¿ok?

#Lisboa  #quierovolver  #hombresuperguapos  #martasinflor #  bacalaoconnatammm   #piesdestrozados  #miprimoguapo #volver-a-madrid-encabina-sin-coquetear-con-piloto-ni-nada-que-quede-claro-es-solo-cuestión-de-suerte-asi-que-recuerda-da-gracias-a-la-ciudad-siempre-por-recibirte-y-volveras-en-cabina-es-maravilloso

😉

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