Esta mañana tuve un juicio. Fui testigo hace un par de años de un robo. ¿Cómo puedes testificar sobre algo que pasó hace dos años?. ¡Si se me olvida lo que hice ayer!. Ocurrió en la gasolinera de mi pueblo. La cajera, las cámaras y yo fuimos testigos de lo sucedido.
Voy a pagar a caja después de echar gasolina. Justo en el instante en el que marcaba el pin de mi tarjeta, entran por la puerta dos encapuchados. Yo dormida y con gafas de sol. Eran las 8 de la mañana. ¿Cómo se puede atracar a esas horas?. -¡No son horas para atracos!, quise decirle a uno pero me mandó a callar antes de hablar. Pensaba que estas cosas no pasaban y menos en mi pueblo pero pasan. Entraron con pistola y con la cabeza tapada. Robaron 4 paquetes de chicles y se fueron. -Hostias pues si que están mal las cosas, pensé. Eso fue lo que vi. Según la cajera también metieron mano a la caja. Según la empresa de vigilancia se cortó la imagen por algún fallo. Se reunieron una serie de circunstancias extrañas que hizo que la juez desconfiara de todos. ¡Hasta de mí!. Los encapuchados decían que eran los Santos Inocentes y querían gastar una bromilla. Faltaban 863 euros de caja, hasta céntimos. Menuda trama.
Total, que esta mañana me he acercado a los juzgados y como nunca he estado en un juicio, imaginé que era como en las pelis americanas en plan, “juro decir la verdad…”, de pie y con la mano apoyada en La Biblia (¿qué pasa con los “no creyentes”?¿mienten?). También con público ahí pendiente de mi declaración. Yo sentada al lado de la juez o jueza (como quieras) y mirando al jurado contando lo ocurrido. -Señorita Isabel, por favor cuente lo ocurrido en la mañana del 28 de diciembre de 2011. Pensé que sería una oportunidad para cantar una copla y cumplir un sueño que nunca se sabe. Podría haberme puesto de pie coger el micro, arrancarlo e interpretar alguna de la Pantoja pero cambiando la letra para así contar lo sucedido. De esta manera mataba dos pájaros de un tiro. Además, cantaría delante de un jurado de verdad. No me atreví porque me entró miedo escénico y me quedé donde estaba: – Entré a pagar la gasolina y entraron dos zumbados a por unos chicles fue lo único que vi, respondí. – De acuerdo Isabel puede usted volver a su sitio. Me doy la vuelta cojo el micro y le echo cojones, – hoy voy a confesarrrrr que yooo venía de marchaaaaa (Isabel Pantoja). Se quedaron a cuadros todos. La juez o jueza (como quieras), aplaudió y los encapuchados también. No me salió mal. Quedó claro que ese día no me enteré de mucho. – Dolores Catalina (cajera), por favor póngase de pie. Cuente usted lo que vio en la mañana del 28 de diciembre de 2011. – Los dos encapuchados no solo robaron chicles señora juez, también quitaron 863 euros de caja. -¿Vio aquello con sus propios ojos?. – No, señora juez. Miré por la ventana en ese momento. La juez se enfada: – ¿Quién cojones ha robado entonces los 863 euros?. Con palabrota incluida. ¡Menuda movida!. – ¡Se cierra el caso!, grita. Vais a reunir entre los cuatro los 863 euros de caja y así concluiremos este caso. 215,75 euros cada uno. Que debéis entregar antes de 10 días.
Cada mes tengo alguna. Cuando no es Iberdrola, es Vodafone, seguro de casa o de coche. ¡Joder!. Y todo por presenciar una broma. Juro, con la mano en La Biblia, quedarme el próximo 28 de diciembre en casa que no me fío ni un pelo. O lo mismo planeo alguna buena. Ya veremos.