
– ¿Mamá?
– ¿Si?
– Estoy aquí en la puerta con todas mis cosas.
Aquel día en la puerta de casa de mis padres recordé aquella frase que le dije a mi madre hace unos años.
– ¡Éste es el definitivo! Es para siempre mamá.
Con toda la casa a cuestas en el coche y esperando a que abriera la puerta, coloqué el retrovisor de frente para mirarme unos segundos, suspirar y decir en voz alta -joder, otra vez. Ojalá pudiéramos elegir escenas de tu vida para poder disfrutarlas de nuevo como cuando eliges ver un episodio en Netflix. Me quedo con los primeros capítulos de cada una de las relaciones que he tenido. No sé qué cojones pasa después con el guión que se acaba torciendo siempre. Quizá el culpable sea el tiempo que lo acaba desgastando todo. Qué pena que aquí la palabra vintage no tenga mucho valor.
Me hubiera encantado ver el trailer de cada una de las relaciones que he tenido antes de iniciarlas y decidir con una mueca en la cara: «pues no va estar nada mal» o «ni de coña».
Mi primera interpretación recuerdo que fue en «Un buen hombre». No se dio mal pero era muy joven como para saber valorar en ese momento que aquel compañero era demasiado bueno. «Cuando somos jóvenes no nos gustan los buenos» esta fue la frase que dije cuando acabó el rodaje. La segunda fue un drama, aunque algunos la catalogaron de terror. No se llevó ningún premio porque el compañero que me tocó no lo hizo nada bien. Es la típica película que toda actriz quiere olvidar por vergüenza. Después me ofrecieron un papel en «Mentiras Arriesgadas», el título lo dice todo. Después de aquello me tomé un tiempo sabático (que bien suena sabático), aunque no tardaron mucho en ofrecerme un papel en «El Inseguro», otra de esas pelis que mejor no cuentas. Fue entonces cuando decidí no hacer más cine, pero llegó una inesperada. Los directores se la rifaban, la peli digo, y para convencerme decidieron mostrarme aquel trailer que tanto me hubiese encantado ver. Pero no fue visual. Querían que sintiera la película antes de tomar una decisión. Al productor se le ocurrió llevarme a la noria más alta del mundo. ¡Wow! ¡Qué maravilla! Esto es fascinante, no quiero que se acabe nunca, quiero estar siempre aquí arriba. El productor que estaba sentado a mi lado me miró con preocupación: -Espera… Ahora viene la bajada, ¿estás lista? -No. -Pues el final de tu peli será la bajada de la noria, no será muy agradable.
Efectivamente, la bajada no fue muy agradable porque mi cabina se había descolgado de la noria y pasé mucho miedo, yo quería volver ahí arriba cuando todo estaba bien. Me sentía desprotegida, lo intenté todo para volver pero la cabina acabó descolgándose de la noria. Y a pesar de mis gritos nadie me escuchó.
– No quiero norias, le dije al productor. Pero ya sabes como funcionan estas cosas. Me dejé llevar. Subí a lo más alto, mi cabina se venció en la bajada y ahora estoy de vuelta en casa de mis padres y todo por no saber decir que NO, que es igual a olvidarse de uno mismo.
Después vinieron los premios, resultó ser una de las películas más premiadas del año. Y aunque a mi no me concedieron ni una sola nominación mi compañero se llevó el premio al mejor actor protagonista.